jueves, 24 de marzo de 2011

A los que me leéis

Ahora que me dispongo a abandonaros temporalmente, me gustaría hablar de vosotros, mis queridos lectores; y en concreto, de la forma en que me encantaría que os asomaseis a mi blog.




Me gusta pensar que machotes como vosotros disfrutáis con mis historias y que algunas veces o echáis mano a la polla porque aquello que leéis os sirve de estímulo para una buena corrida. Con saber que  en alguna ocasión os habéis hecho una paja a mi salud me sentiría satisfecho. Hum... si fuera capaz de veros en ese momento.




Lo siento por mis lectores más jovenzuelos, pero siempre os imagino como tíos maduros que se excitan leyendo lo que un niñato pervertido e insaciable como yo soñaría con dejarse hacer por cualquiera de vosotros, calvos, gordos, viejos, peludos y canosos amigos. 




Joder, ¿me leerá un Kiko Matamoros tan buenorro como éste?




Igual me cruzo con él por la calle sin que sepa que el que se la pone dura soy yo...


¿Me leerá el cabronazo de mi compañero de piso sin que yo lo sepa?




A veces os imagino en la cama, en pelotas, con vuestros portátiles oscilando peligrosamente sobre vuestros regazos porque una mano está ocupada dándole a la zambomba. ¿Dejaréis que vuestros chorros de lefa manchen vuestro teclado? ¿Cerraréis la ventana haciendo click con uno de vuestros dedos pringosos antes de limpiaros?


 


Algunos seréis reputados y serios señores que por las noches os convertís en cerdos viciosos buscando historias pergueñadas por alguien aún más cerdo que vosotros, es decir, yo.




Incluso alguno, casado, no podrá acceder a mi blog desde casa y el muy cabrón lo hace desde el trabajo. Mirad al cara de cerdaco de la imagen siguiente. Seguro que se empalma y es capaz de levantarse a beber agua marcando bulto. ¿Manchará de precum la bragueta de sus calzoncillos blancos?

Hum...

Amigos, trataré de volver a mediados de julio.

Besos húmedos y calientes.
save

jueves, 17 de marzo de 2011

Fuera de mercado

Muchos de vosotros estáis convencidos de que ya no sois atractivos, de que ya no gustáis a nadie. Parte de culpa tendrán vuestras esposas, al haceros sentir viejos e incapaces de arrancar un solo suspiro, revirtiendo y utilizando su propia apatía para engañaros, infundiéndoos la falsa y maligna sensación de que sois vosotros los que habéis perdido capacidad para despertar su caduco interés sexual. En definitiva, os sentís, injusta e incomprensiblemente, fuera de mercado.

 
Y no sabéis cuán equivocados estáis. Porque a mí un macho así como vosotros me vuelve loco. Con vuestras barbas blancas y desaliñadas; vuestras caras recorridas por las arrugas, que infunden sabiduría, serenidad y vicio contenido; vuestros cuerpos vigorosos, con esas barrigas prominentes y duras como las que sueño tener en mi espalda, empapándola, con vuestro sudor agrio de macho maduro.



Sueño constantemente con engatusar a uno de vosotros y servir de detonante de toda esas fantasías que jamás habéis podido desarrollar. Qué gozada ofreceros mi cuerpo para que lo uséis como mejor os parezca, viendo vuestras caras desencajadas, de lujuria desatada, de hambre feroz por fin satisfecha después de tantos años.


Porque si vuestras mujeres nunca se han atrevido a comeros la polla, yo os la mamaré provocando calambres de placer desconocidos por vuestros cuerpos.

Porque si vuestras mujeres nos os han permitido follarles el culo, yo os pondré el mío para que sepáis que un cuerpo pasivo está vivo, y se mueve, y puede acoger activamente vuestras pollas haciéndoos disfrutar de verdad.


Y os dejaré babearme, usarme y que me marquéis como un puto esclavo restregándome vuestras pollas lefadas por la cara.


Y si os lo pongo todo tan a las claras, ¿por qué cojones pasáis de mí?

¿A qué estáis esperando, cerdos?




sábado, 5 de marzo de 2011

Chupártela después de mear

Antes de salir de casa le sorprendí meando. Podía verle de espaldas a través de la puerta semicerrada del baño, con los pantalones caídos, las piernas un tanto abiertas. Me divertía y me excitaba estar allí, mirándole a mis anchas sin que se diera cuenta. Me llevé la mano a la entrepierna y mi polla reaccionó rápidamente al tiempo que mi cabeza se llenaba de un sinfín de guarradas inspiradas por aquella visión. Hum... Y es que tenía a un pedazo de macho meando en mi baño.

save
Cuando ya estaba ejecutando las sacudidas finales de rigor, intuyó mi presencia. Giró un poco la cabeza y me dedicó una sonrisa tímida. ¡Qué guapo estaba! Antes de que terminara de abrocharse la bragueta tuve un pálpito y me abalancé sobre él. "¡Espera!" Le saqué la polla del slip y con la punta de mi lengua le lamí la humedad del capullo.  Aquel olor, aquel sabor a rabo de macho me supieron a gloria..." ¿Qué haces?, ¿no ves que está sucia?", me dijo, mi pobre víctima. Yo sólo podía reírme y  fue cuando me llamó cerdo; luego le di un piquito.