jueves, 23 de abril de 2009

Pensando en el verano

Ya tengo ganas de que llegue el verano para hartarme de ver tíos en bañador, hombres cuyas vergas permanecen constreñidas en esos minúsculos pantaloncillos que lo marcan todo.

Y luego el calor, haciendo sudar la piel, que se vuelve brillante y salada al tacto con la lengua. Me gusta recorrer con mis labios los torsos desnudos, despacito, suavemente: primero por el pecho, dejando que el vello ralo me haga cosquillas en la nariz; luego hacia abajo, más abajo, despacio, donde la mata de pelo se esconde bajo la tela.

Y cómo me gusta sobar los huevos sudados, mojados, que se escurren entre mis dedos...





lunes, 20 de abril de 2009

No nos podemos fiar de los ex seminaristas


Cuando era sólo un adolescente confundido decidió internarse en un seminario. Aquella era la manera perfecta, pensó entonces, de poner freno a sus extraños deseos, a todos aquellos pensamientos que le venían atormentando desde hacía tiempo; por eso, una vez que su cabeza quedó atemperada y descubrió que la religión no podría nunca apaciguar su alma, abandonó la vida religiosa antes de ordenarse sacerdote, aunque con un pie dentro del mundo de la enseñanza, en colegios de clase alta y alumnado estrictamente masculino.

En los veranos trabajaba como monitor en los campamentos de los catequistas. Como era un tipo alegre no le costaba trabajo conectar con los chicos, a quienes entretenía tocando la guitarra. Sentados a su alrededor, sobre el césped y vestidos únicamente con el bañador, los chavales le iban pidiendo que se inventara canciones con las temáticas más dispares; y él iba atendiendo sus peticiones mientras no podía apartar la mirada de sus jóvenes paquetes. Y ya fuera porque muy de cuando en cuando se escapaba de aquella minúscula vestimenta, ora parte de un escroto, ora un huevo entero, y a veces hasta la tímida cabeza de una polla, o simplemente porque los púberes iban caldeando el ambiente solicitando temas cada vez más picantes, a aquel hombre se le agolpaba la sangre en la entrepierna.

Pero sólo podía aliviarse en las letrinas, a puerta cerrada, imaginando que alguno de aquellos adolescentes, carentes ya de toda inocencia, atendía cualesquiera de sus peticiones sexuales. Y le encantaba dejar su lefa en el suelo, o estampada en los azulejos o en la maltratada puerta, imaginando que aquel legado blanco y espeso incitaría a continuar la labor masturbatoria de algún catequista que, quién podría saberlo, quizá se encerrara allí para machacársela pensando en él.

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P.D.: por cierto, ¿os dan morbo los calzoncillos blancos? Pues pronto comenzaré una serie en la que habrá tiempo para hablar largo rato sobre ellos.

jueves, 16 de abril de 2009

Pelirrojo

Cómo me gusta este pelirrojo; y eso que a mí, por lo general, no me atraen nada los hombres de pelo claro, y mucho menos si tienen poco vello corporal. Pero con este machote es diferente. Me fascina su rostro varonil, su corpulencia y su cara de buena gente. Me encantaría ser estrujado por esos dedos morcillones y quedar aplastado por su enorme cuerpo mientras me destroza a bocados.






lunes, 13 de abril de 2009

martes, 7 de abril de 2009

Lluis Homar, ese chico Almodóvar


Si no me equivoco, éste es el segundo Chico Almodóvar que aparece por estos lares, y es que un día tendría que hacer un post especial dedicado a las coincidencias, en lo que a gusto hacia los hombres se refiere, que existen entre Pedro Almodóvar y yo.


Lluis Homar era totalmente desconocido para mí hasta que lo descubrí en la Mala Educación, en la que interpreta a un personaje que materializa una de mis fantasías sexuales no cumplidas y que no es otra que la de ser molestado, acosado y perseguido por un hombre maduro con malísimas intenciones. Para mis quimeras onanistas queda el revolcón en el sofá que se pega con Gael García Bernal en la película anteriormente mencionada.

Lluis Homar es de esos tipos que me gusta o no dependiendo del ángulo en que lo mire, pero lo que no me puedo negar a mí mismo es que produce en mí un morbo como pocos hombres son capaces.


Vaya cara de loco violador me ha sacado en esta foto, hum...
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sábado, 4 de abril de 2009

Pecho níveo

Una de las cosas en las que antes no reparaba y que últimamente me excita sobremanera es la pelambrera blanca en el pecho de los hombres. Disfruto admirando las matas de vello blanco que parten en dos el tórax de los maduritos más morbosos.

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Vaya polvazo que tiene este amigo, con esa perilla tan bien recortada y a juego con la pelambrera de entre las tetas. Dan ganas de follarlo ahí mismo, semiocultos tras la celosía de hormigón.
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A éste se ve que le hace falta una bueno succión, juzgando el modo en que se agarra la polla, aparte de esos labios que parecen estar diciendo "Chúpamela. A ver si eres capaz de tragártela entera".
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El amigo de las gafas no podrá quejarse de lo bien atendido que lo tienen...
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Vaya mirada y vaya tetas...
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Al del sombrero no deberíamos perdonarle que se haya rebajado la pelambrera del pecho. Vaya atentado contra la virilidad. Eso sí, daría lo que fuera por tirarle de las anillas con los dientes.
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No sabemos qué le están haciendo al chavalote de la cama, pero atendiendo a la expresión de su rostro, a esa mezcla entre dolor y placer, pareciera que no lo estaba pasando demasiado mal. ¡Como me pone!...
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Y para terminar, otro atentado, otra muestra de mal gusto: ¿cómo se puede estropear ese pedazo de cuerpo con un bañador tan horroroso? Como te descuides te voy a arrancar la tela a mordiscos. Que lo sepas.
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